ya no sé qué creer, lo bueno duele perforando mi pecho y el calor de lo prohibido me reconforta

he muerto mil veces y he vivido una sola vez

no recuerdo las risas solo el llanto el saltar de caballos salvajes

atravesar obstáculos y obstáculos

me pregunto para que

para que nacemos y morimos

para que el latir de nuestro corazón sino es para entregarlo a alguien como ella

si la vieras, si te detuvieras a mirarla a los ojos

acariciarías el suave cabello de la esperanza de una luz entre tanta oscuridad

veloz como el tiempo arranco con ira mis cadenas

y corro hacia tus brazos

a tus delicadas manos para que me sostengan

mientras miro al cielo y suspiro por última vez.