la delgada pared que divide los deseos de los sueños

se derrite ante los brazos fuertes

con el puñal violento rasgándola desde el interior de las nieblas

se vuelve solida ante las voces delicadas

ante los lloriqueos y plegarias absurdas

ante la misericordia y la compasión

se derriba con los puñetazos del fuego

con el toque sutil de un arma destructiva

que se enciende implacable como

un rayo al quebrar la tierra

se desmorona ante la ira, la muerte

y la depravación

se vuelve de roca ante los suspiros

ante el romanticismo de un bello amor

se divide a los gritos y las burlas

queda sellada ante la ilusión

de una mirada a las estrellas

y a un suspiro a la luna.