te sentaste suavemente a mi lado y no deje de ver a tus labios

sonreíste como si yo fuera el dueño de tu amor

sentí una corriente como si estuviera soñando

ahora una llama cálida se enciende en nuestros cuerpos

nuestra ropa nos incomoda

y dejamos que nuestras pieles se encuentren

me miraste como si supieses lo que quieres

como si yo fuera el último en tu vida

el fuego se incrementó y las miradas siguieron sin parpadear

todo se cubrió por una capa fina de rubor

el olor de tu cuerpo revestía de lujuria

y mis manos eran como una moneda fría al azar

entonces supe que hacer, te sujeté tan fuerte

que tus gemidos llegaron al cielo

y el infierno vino en forma de paraíso

entrelazándonos y haciéndonos jurar

una promesa en las sombras.