ella no es de silencios de brazos abiertos ni tampoco de murmullos cerrados y bruscos

ella gira sosteniéndose en balance como las alas de las aves

que se intercambian al agitar la brisa

el viento frio, pero también el caliente

el de un volcán que brota violento para brindar la calma

el suave sentir de las copas de los arboles moviéndose

al clic de un reloj que nunca se detiene

que se atrasa pero que se estabiliza con aceleración

que se eleva como una fina capa de bruma

y cae en gotas dulces sobre la sal de la tierra

que se entierra bajando por las sombras

por las nieblas de lo incierto

dejando pasar la luz brillante de tejidos edificantes

que brotan abriéndose en los colores de la armonía